Eché al mar el mal de ojos,
y me vestí rápido con todos los sonidos.
Los metí bajo el brazo,
en el olvido.
Me quedé en silencio
noche arriba.
Olía a realidades descuadradas...
Tiré una piedra en tu pecho.
Te lloré lagrimógeno
y sin nombre.
Escupí al sueño,
le dí la espalda,
arrastré el recuerdo,
y comencé a memorizarlo,
lentamente...
Yo el fin de semana me vestí con todos los sonidos, el mar fue testigo.
ResponderEliminarGracias por ofrecernos estos versos. Besos
Este blog es una auténtica joya.
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!!
ResponderEliminarMajestuoso poema. Me ha gustado mucho. Me quedo en tu casa. Besos.
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