En la perplejidad de desasir su fangoso idioma,
ella cae.
Tenue se viste
de ebrios ecos y lamentos,
unta designios por su boca,
se persigna antes de que salga el sol
en medio del vacio y de pie.
Limpia sus ojos,
escupe su boca,
Riega a la tierra
semillas de después.
Cae porque es la gravedad,
calla porque no tiene nombre,
Se sienta en al árido sol secando sus días.
Baila
en lágrimas de sal postergadas y podridas
en lágrimas ajenas,
que no alcanza a descifrar.
A estar hora ya ha de estar muriendo nuevamente,
porque el sol no le alcanza para llorar
ni las palabras para decir perdón.
Me ha encantado este último, un beso muy grande...
ResponderEliminarBellmo poema, muy bien traido, felicidades, un abrazo
ResponderEliminar