Bóveda.

Voy a encender la noche
cargarla de espaldas,
besarla después.
Veré si aun me lleva en su vientre,
me llama hija del tiempo,
me abrillanta en su estrellado harem.
Y si al mirar sus ojos
me eterniza tatuada tras el vitral,
comprenderé desnuda
que me ha lanzado al  viento
en el ultimo aliento
de su aurora boreal.

De Noche

Aún sigo susurrando

en tu inclemente memoria

fatídicas palabras

hijas de la sombra

De la terca noche,

de los rituales cabríos,

del humo que se ampara

en el verbo prohibido.

Errónea bajo el sueño

Coreando tras tu oído,

Con mi imagen vaso lleno,

Expulsándote al vacío.

Ebriedad

El peso,
el papel,
el mar.
Lo cálido de las rocas,
lo aspero del atrás.
Pasar así sin un delirio,
coger la mano,
las llaves
y tanto por lo que no llorar.

Aquí,
lejos,
húmedo,
exceso de caridad,
exceso de ebriedad,
canto drogado del tiempo,
bujías estallando en la ciudad...

A oscuras

Estoy sentada en la orilla de la cama viendo la luz entrar.
El humo se cuela por mi ventana desdibujando acordes olor a mazapán.
Las luces que se encienden a lo lejos ya no brillan con su explosión natural.
La sangre junto a tu cuello no se seca, aun escuchando las horas pasar.
Me estaba preguntando que diria ella cuando nos vea al entrar
y descubra que mis manos han detenido todo tu tiempo
toda su paz.

Lágrimas

Esta noche mis ojos sangran de un color artificial.
Lágrimas exhaustas sin melodías
bailan sin gracia
en su abismo habitual.
Las  veo huir  por mi rostro.
Caen apagando el sol.
Me convierten en tierra,
sudan en mi nombre,
y  permanecen  en  la orilla de mi vida,
para ti.

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